Noviembre de 1988
Una vez que Remprelt colgó el teléfono, situado encima del escritorio de su despacho, se quedó pensativo en la silla giratoria. La noche anterior había sopesado y mucho si darle o no una oportunidad a Stan. En condiciones normales, y desde su etapa universitaria, tenía una intuición estupenda para juzgar la valía de una persona, y su posible peligrosidad hacia sus intereses. Pero Stan se había colado en el grupo al que pertenecían las excepciones. Se había mostrado como un estupendo candidato para el puesto vacante, y había mencionado cosas que a Remprelt le hicieron ver en él un posible nuevo devoto para su proyecto. La entrevista del día anterior había ido bien, hasta que Stan mencionó aquella frase sobre el demonio y su merecimiento de saber la verdad. ¿Quién había dicho aquella frase en el pasado?